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lunes, 2 de mayo de 2016

ANTONIO DE ULLOA Y LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA

REVISTA GENERAL DE MARINA, ABRIL 2016




Luis M. García Rebollo
Capitán de Navío


Este año de 2016, se cumplen trescientos del nacimiento del Teniente General de la Armada D. Antonio de Ulloa y de la Torre. Su periodo vital se ajusta de principio a fin al siglo XVIII, el Siglo de las Luces y la Ilustración, unos años cruciales para los españoles, tanto, que en ellos podríamos encontrar las principales claves de nuestro presente. En estas líneas trataremos de ponerlas de manifiesto a la par que crecemos, maduramos y finalmente envejecemos con Ulloa. Hay que entender previamente, que a diferencia de las colonias europeas de la época, las Indias españolas fueron consideradas por la corona como tierras directamente vinculadas a la monarquía hispánica. Y sus habitantes, como se desprende del testamento de Isabel la Católica, tuvieron la misma consideración que el resto de los españoles. Un hecho de extraordinaria importancia y rotundamente diferencial de nuestra colonización, que se basó en la “Igualdad e Integración”. Hay que entender también, antes de sumergirnos en el siglo de la ilustración, que Carlos V estuvo a punto de devolver el Perú a los indios, en la creencia de que la injerencia española en esas tierras no era legítima. Y lo habría hecho, si Francisco de Vitoria, escolástico salmantino, no le hubiera expuesto un convincente argumentario basado en el derecho natural de los indios, que fue el primer antecedente del actual Derecho Internacional Humanitario. Una forma de hacer las cosas que podríamos denominar como el “modelo hispano”, y que debemos tener presente siempre que naveguemos por los mares de la historia, para no perder el rumbo en los bancos de niebla de la Leyenda Negra, para no encallar en las ensoñaciones de algunos hispanistas extranjeros, desorientarnos con justificaciones secesionistas interesadas, o naufragar definitivamente en el presentismo subjetivo de nuestro propio pasado. Así que, una vez compensadas nuestras agujas de marear, ya podemos hacernos a la mar en ese trascendental Siglo de las Luces.